jueves, 29 de agosto de 2013

SEGUNDA MODIFICACIÓN - el gato con botas

el gato con botas
Había una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. Él estaba muy enfermo y presentía que la hora de su muerte estaba cerca. Decidió reunir a sus tres hijos y repartir sus pertenencias entre ellos. “mirad, quiero repartiros lo poco que tengo antes de morirme”, les dijo. Al mayor le dejo el molino, al mediano le dejo al burro y al más pequeño le dejo un gato. Al poco rato el padre murió.
Pasados los días el hermano mayor decidió trabajar el molino de su padre y sacarlo adelante. El segundo hermano decidió apoyarlo con el burro que le había tocado, pues necesitaban una animal que ayudará a cargar los bultos que se sacarían del molino. El último hermano también quería ayudar, pero no sabía cómo hacerlo, pues  el gato que tenía no era de mucha ayuda, solo dormía y comía. Sin embargo, les dijo  a sus hermanos que él tenía muchas ganas de ayudar y lo iba a ser de cualquier forma pero lo iba  hacer. Sus hermanos sabían que con solo sus ganas no iban a lograr mucho pero le dieron una oportunidad.
El tiempo iba pasando y necesitaban de mucha ayuda. El último hermano, no podía ayudar. Necesitaban un hombre para que ayudase con algunos bultos, y él no podía. Necesitaban un perro para cuidar el molino y solo tenía un gato. Él tenía muchas ganas de ayudar pero no podía. Sus hermanos no sabían cómo decirle que necesitaban algo más que sus simples ganas. Los días de crisis llegaron para esta familia. El molino no producía lo suficiente y hacía falta comida. Los dos hermano mayores decidieron hablar con el ultimo para contarle la situación “debes irte-le dijeron-ya no hay más comida aquí para ti y tu gato. No puedes hacer nada y con solo tus ganas no podemos conseguir nada valioso”.
El hombre se fue lejos del molino pues pensaba que sus hermanos tenías razón. No tenía nada para comer y no sabía cómo conseguir algo. Dos largos días caminaron. Pronto llegaron a un árbol, los dos se sentaron a descansar. El hombre se quedó dormido y el gato aprovecho para crear una trampa y hacer caer algún animal en ella, para así poder alimentarse. El gato le quitó las botas a su amo y cogió una bolsa, la lleno de hierbas y la dejó abierta. En ese momento se acercó un conejo impresionado  por el color verde de esa hierba y se metió dentro de la bolsa. El gato tiró de la cuerda que le rodeaba y el conejo quedó atrapado en la bolsa. Cuando se disponía preparar algo para comer se le ocurrió una idea. Cerca de allí estaba el palacio. Se hecho la bolsa acuestas y se dirigió para el palacio para entregársela al rey. “tome mi querido rey, traigo un obsequio del marqués de Carabas, un humilde servidor que quiere agradecerle lo que nuestro rey hace por nosotros”, le dijo. El rey un poco asombrado pero agradecido acepto la ofrenda.
Pasaron los días y el gato seguía mandándole regalos al rey de parte de su amo. Un día, el rey decidió hacer una fiesta en palacio y el gato con botas se enteró de ella y pronto se le ocurrió una idea. "¡Amo, Amo! Sé cómo podemos mejorar nuestras vidas. Tú solo sigue mis instrucciones." El amo no entendía muy bien lo que el gato le pedía, pero no tenía nada que perder, así que aceptó. "¡Rápido, Amo! Quítese la ropa y métase en el río." Se acercaban carruajes reales, era el rey y su hija. En el momento que se acercaban el gato chilló: "¡Socorro! ¡Socorro! ¡El marqués Carabas se ahoga! ¡Ayuda!". El rey atraído por los chillidos del gato se acercó a ver lo que pasaba. La princesa se quedó asombrada de la belleza del marqués. Se vistió el marqués y se subió a la carroza.

El gato con botas, adelantándose siempre a las cosas, corrió a los campos del pueblo y pidió a los del pueblo que dijeran al rey que los campos eran del marqués y así ocurrió. Lo único que le falta a mi amo -dijo el gato- es un castillo, así que se acordó del castillo del ogro y decidió acercarse a hablar con él. "¡Señor Ogro!, me he enterado de los poderes que usted tiene, pero yo no me lo creo así que he venido a ver si es verdad."
El ogro enfurecido de la incredulidad del gato, cogió aire y ¡zás! se convirtió en un feroz león. "Muy bien, -dijo el gato- pero eso era fácil, porque tú eres un ogro, casi tan grande como un león. Pero, ¿a que no puedes convertirte en algo pequeño? En una mosca, no, mejor en un ratón, ¿puedes? El ogro sopló y se convirtió en un pequeño ratón y antes de que se diera cuenta ¡zás! el gato se abalanzó sobre él y se lo comió. En ese instante sintió pasar las carrozas y salió a la puerta chillando: "¡Amo, Amo! Vamos, entrad." El rey quedó maravillado de todas las posesiones del marqués y le propuso que se casara con su hija y compartieran reinos.
Mientras tanto los hermanos, seguían padeciendo por los días de crisis. Pensaban diariamente en su hermano. ¿Qué habría sido de él? ¿Acaso habrá muerto de hambre?, se preguntaban. Estaban arrepentidos por lo que le habían hecho. Un día llego al molino un hombre. Quería comprar algunos sacos de harina. Los hermanos estaban contentos por el nuevo cliente, sin embargo, se veía una tristeza en sus ojos. El hombre les pregunto ¿qué les pasaba?, ellos contestaron que desearían compartir esos momentos con su hermano menor. Le contaron toda la historia a éste. El hombre los abrazó y les confeso que él era el hermano menor de ellos. Conversaron largamente y se contaron toda la historia de sus vidas separadas. El gato que había sido despreciado por los hermanos había sido el que lo había ayudado por mucho tiempo. Se llevó a sus hermanos al reino y vivieron felices por siempre.




No hay comentarios:

Publicar un comentario